lunes, febrero 05, 2007

Nº81 recuerdos de la infancia

Un maravilloso recuerdo de nuestra niñez cuando mi tía abuela Laura nos recitaba La Loca del Bequeló,es un aporte de mi hermanita Carmen que la rescato de las profundidades de su memoria y me la envio.
Yo lo comparto con Uds. en respeto al dolor de las miles de Locas del Bequeló, verdaderas victimas de los horrores de las guerras y que nos recuerdan lo tremendamente estupidos que podemos ser los seres humanos que con odios y ambiciones perdemos lo que tenemos de más valor en nuestras vidas.

Estos versos se refieren a la guerra fraticida entre Revolucionarios y el Ejercito del Uruguay a fines del siglo XlX principios del XX

La loca del Bequeló

En la enramada de un rancho viejo,
Nido de gauchos cerca del Yí,

Guitarra antigua, tierna cantaba –
Mas bien lloraba
La triste historia que escribo aquí:

- ¿Sabéis paisanos, por qué ando errante
Entre estos bosques de Bequeló?

Me llaman loca; pero es mentira:

Es que no tengo ya corazón...

Venid, paisanos, venid conmigo;
Diré mi historia junto al fogón.


¿Veis mis cabellos? Eran muy negros
Más que las alas del cuervo; más;

Están muy lacios...tan blancos...blancos...

Como las flores del arrayán.

¿Veis estos ojos? ¿No tienen vida?
Pues antes puros como el cristal,

Fueron dos luces que se encendieron

En una aurora del Uruguay.

Tristes mis labios son amarillos
Como corteza del butyhá;

¡Ay! Los tenía rojos y alegres

Como el penacho del cardenal.

Allá en la loma como un calvario
Veréis ruinas y un triste ombú;

Fueron mi cuna, fueron mi estancia,

Fueron mi nido verde y azul.

Cuando yo muera, clavad, paisanos,
Bajo aquel árbol mi humilde cruz;

Que allí murieron mis dichas todas;

Allí he perdido mi juventud.

Tenía un esposo que ardiente amaba
Y un hijo bello que era mi Dios.

¡Ah que contenta perdiera el cielo

Si yo pudiera ver a los dos!

Una mañana... !Maldita sea!
Cuando esta guerra se pronunció,

Mi esposo tierno me dio un abrazo,

Llorando mucho su hijo besó,

Pálido el rostro tomó su lanza,

Montó a caballo triste, y partió.

Aún me parece lo ven mis ojos
De lejas lomas, haciendo ¡Adiós!

¡Ay! Mis paisanos, en ese día

Perdí un pedazo del corazón...

Pasaron meses, pasaron años,
Llorando siempre, siempre peor,

Cuando una tarde que al hijo amado

De mis entrañas contaba yo

Del pobre padre, que no volvía,

La ausencia larga, su último adiós,

Cruzando campos llegó un sargento,
De su caballo se desmontó,

Y al solo rayo de mi esperanza

Estas palabras le dirigió:

¿Ves esta lanza? Fue de tu padre;

Por la divisa bravo murió:

Tómala y vamos, no te demores,

Que en las cuchillas se duerme el sol.

Llorando mi hijo me dio un abrazo,
Montó a caballo triste, y partió.

¡Ay!! Mis paisanos, en esa tarde

Quedó mi pecho sin corazón.

Ya van dos veces que las torcaces
Dulces arrullan en el sauzal,

Y los boyeros, cantando alegres,

Cuelgan sus nidos del ñandubay;

Pero no he visto más a mi hijo

Desde esa tarde negra y fatal.

Allá en la loma como un calvario
Veréis ruinas y un triste ombú:

Cuando yo muera, clavad paisanos,

Bajo aquel árbol mi humilde cruz.

Esta es la historia que una guitarra
De un rancho viejo triste lloró.

¡Ay! Cuántas locas habrá en mi patria
Como la loca del Bequeló.

Ramon de Santiago.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Te pasaste Vero, maravillosa la manera como lo presentaste, y, lo principal : por fin un homenaje a esa santa mujer: la tía Laura.
Gracias